lunes, 13 de julio de 2009

La única realidad es… la de los medios, lo demás, no existe.

En el ejemplar del 4 de julio del 2009 de Página 12, en su contratapa José Pablo Feinmann, en un artículo de su autoría hace referencia a un párrafo de Mariano Moreno en su Plan de Operaciones[1] que dice así:

[…] los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice.

Voy a permitirme agregar a esta cita – Feinmann me tentó – el párrafo que le sigue:

En el orden moral, hay ciertas verdades matemáticas en que todos convienen, así como todos admiten los hechos incontestables de la física. Pregúntesenos a cada uno qué figura tiene el sol, y responderemos unánimes que redonda […]

Y aquí voy a detener la cita, no sin recomendar la lectura del Plan escrito por Moreno. A más de uno le vendría bien.

Continúo. Cuando leemos “los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice.” nos topamos con una realidad demoníaca. Primero: el saber, el saber leer, el saber escribir y el saber comprender hoy le está vedado a gran parte de nuestra niñez y juventud a pesar de las nuevas leyes educativas y de aquellos, que a pesar de la escasa difusión, tratan de que se cumplan. Es el desentendimiento de las responsabilidades el que prevalece, desentendimiento que le cabe a la comunidad toda y a las instituciones que rodean a las escuelas, como ser a las llamadas intermedias de la propia sociedad y sus autoridades locales, siendo más común escuchar frases exculpatorias tales como: “es responsabilidad de los maestros, o de los directivos”, o de “las familias”, o “no nos corresponde a nosotros como municipio”, o “es culpa del estado provincial o del nacional”. O sea desentenderse.

El desentenderse es una costumbre tan arraigada en nuestra sociedad que salvo honrosas excepciones se ha convertido en un pensamiento cínicamente natural, siendo entonces que una gran porción de esta, insolidaria e hipócrita está ciegamente empeñada en eso, y se hace verdad aquello de nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice. Porque si nunca saben, porque si nunca ven, serán nada. Es esta una afirmación temeraria y dolorosa, pero verdadera.

Porque a mayor ignorancia, mayor rédito del sojuzgar.

Hoy la escuela pública argentina como decía, se debate en medio del generalizado desentenderse de su propia comunidad a la que pertenece insoslayablemente, segregando y expulsando, porque como es lógico deducir, dentro de la propia escuela hay actores que proporciona la propia comunidad, sin comprender estos que hoy,“La Escuela”, no es más la vieja escuela sarmientina, pero subsiste la compleja coexistencia de profesionales que sí se aggiornanon en su profesión de educadores, con ciertos docentes que segregan alumnos por ser como no se debe ser, el ser pobre, o circunstancialmente pobre, por causas derivadas de un estado ausente, desarticulando la inclusión social por la vía del trabajo, favoreciendo así a minorías poderosas y conduciendo a grandes grupos indefensos hacia la desprotección social. Ese es el motivo históricamente incomprensible para estos docentes que desdeñan al que nunca sabe, porque no advierten que es la pobreza la que conspira contra el aprender, pobreza a la que no comprenden como una consecuencia de las políticas de la destrucción sistemática del estado, sino como un mal endémico causado por una supuesta genética de la vagancia.

Y así, como ellos segregan, segregan los padres, segregan los compañeros, ergo, segrega la sociedad.

Se banaliza la educación porque la comunicación social solo es valorizada a través de la computadora, Internet, del teléfono celular o de la televisión. Quien no accede a estos valiosos elementos queda afuera, es excluido, es devaluado. Es segregado.

Por lo tanto el segregado, impotente ante la posesión de esa tecnología, es tentado permanentemente por la sociedad a poseerla a veces a costa del delito y se refugia en lo más accesible, con legalidad o sin ella. La televisión bastardeada.

Aparece Tinelli, o TN y el Grupo Clarín, o Manzano con sus multi-medios, o la pléyade de comunicadores sociales de la matinée, como Rial, el filósofo de Munro, detallando como un ser de promiscua verbalizad el como tener tetas más grandes y donde comprarlas, o la Vieja Dama Indigna con mesas de abundancia y cristalería fina, o los pseudos periodistas todo terreno que de todo saben desde física quántica, incendios de campos o el desarrollo de pandemias, los noticieros de adoctrinamiento, tarando al público con su terrorismo solapado pero efectista, o bien el atildado Joaquín Morales Solá, jugando al prolijo sobador de derechas.

Entonces es que se hace patético el resto de lo señalado por Mariano Moreno: “Pregúntesenos a cada uno qué figura tiene el sol, y responderemos unánimes que redonda”. Si hemos sabido aprender responderemos: es esférica, y no responderemos que es redonda, trocando una figura tridimensional por la de un plato plano y brillante contrariando al Sidereus Nuncios de Galileo.

O sea, que si TN, América TV o la dama de los almuerzos dicen que el sol es plano… el sol será plano.

Palabra de medio.

[1] Mariano Moreno – Plan revolucionario de operaciones. Colección política e historia. 3ª Edición 1975. Editorial Plus Ultra. Fragmento Paginas 31,32 y 33.